Leyendas Bolivianas: Pie Grande de Santa Cruz
by Gustavo
(Potosí)
Eh aquí la historia que remonta hace muchisimos años. Mi padre me lo contó. Fue el año donde las cosechas no eran buenas y todos del altiplano migraban a La Paz y Santa Cruz. Fueron días donde la gente era oprimida por el gobierno.
Mi padre, Don Constancio, vivía en Santa Cruz a sus 17 años. Era paceño. Fue a trabajar de albañil en un terreno lejano de la ciudad. Se dice que ese terreno estaba maldito ya que hubo una casa que se incendió donde murieron 5 niños.
Don Constancio no sabía nada. Se decía que por ahí vivía un ser extraño y peludo que parecía un hombre de 2 metros o más con un brazo de cuerno que parecía una espada. En ese terreno trabajaban 7 hombres y estaba también el dueño, Don Rubén Antonio Peralez, que tenía un par de empresas.
Una noche todos se reunieron para beber junto con el dueño. Don Constancio esas veces no tomaba. Justo cuando todos estaban festejando, mi padre fue a desaguar cuando de pronto escuchó un grito que parecía un gemido y despues todo se volvió un pánico. Todos gritaban y otros lloraban pidiendo piedad.
Don Constancio lo vió todo. Veía a esa cosa que ni parecía humano como se los devoraba. Los destripaba con su brazo de espada que le facilitaba cortar fácilmente la carne. Mi padre se escondió hasta el amanecer. Al dia siguiente avisó a la policía pero nadie lo creyó por que pensaban que era un loco. Mi padre poco después regresó a La Paz con esa trauma que nunca olvidará.
Mi padre, Don Constancio, vivía en Santa Cruz a sus 17 años. Era paceño. Fue a trabajar de albañil en un terreno lejano de la ciudad. Se dice que ese terreno estaba maldito ya que hubo una casa que se incendió donde murieron 5 niños.
Don Constancio no sabía nada. Se decía que por ahí vivía un ser extraño y peludo que parecía un hombre de 2 metros o más con un brazo de cuerno que parecía una espada. En ese terreno trabajaban 7 hombres y estaba también el dueño, Don Rubén Antonio Peralez, que tenía un par de empresas.
Una noche todos se reunieron para beber junto con el dueño. Don Constancio esas veces no tomaba. Justo cuando todos estaban festejando, mi padre fue a desaguar cuando de pronto escuchó un grito que parecía un gemido y despues todo se volvió un pánico. Todos gritaban y otros lloraban pidiendo piedad.
Don Constancio lo vió todo. Veía a esa cosa que ni parecía humano como se los devoraba. Los destripaba con su brazo de espada que le facilitaba cortar fácilmente la carne. Mi padre se escondió hasta el amanecer. Al dia siguiente avisó a la policía pero nadie lo creyó por que pensaban que era un loco. Mi padre poco después regresó a La Paz con esa trauma que nunca olvidará.